Por Jorge Miñón (Dr. Ingeniero agrónomo), Iosody Silva (Dr. Ingeniera ambiental). jorge.minon@agrae.es
Ensayo realizado por la empresa Agrae en una parcela de la cooperativa Santa Bárbara de Cordovilla la Real (Palencia), socios de ACOR, con la variedad de remolacha Smart Johanna KWS a una densidad de 125.000 plantas por hectárea.
Semanas antes de la siembra se realizó el mapeo del suelo a través de conductividad eléctrica aparente (CEap) para identificar los tipos de suelo presentes en la parcela (Paso 1). En este caso fueron dos. Cada uno de ellos se analizó en varios puntos y se obtuvo una muestra compuesta de suelo (Paso 2). En el laboratorio se analizaron dos muestras para realizar la determinación de pH, N, P, K, Ca, Mg, Na y carbonatos. De estos pasos obtenemos el estado nutricional del suelo (Paso 5).
Paralelamente se analizó el comportamiento productivo de la parcela en los últimos 5 años mediante imágenes satelitales para determinar qué zonas han tenido más y menos vigor, es decir, su producción (Paso 4), y así definir los diferentes rendimientos medios esperados en cada zona.
Una vez obtenidos los mapas sobre el estado nutricional del suelo y el potencial productivo, calculamos para cada zona de fertilización (UF4, UF5, UF7, UF8, UF9) las necesidades medias de N, P, K en función del tipo de suelo y del potencial productivo (Paso 5).
Estas necesidades permiten establecer un equilibrio de fertilizante en fondo que a su vez determina una fórmula (Paso 6). En este caso se realizó un fertilizante compuesto con la fórmula 06-16-24 (Agropal), para satisfacer las necesidades de P y K y un 20% de las de N. Esta aplicación se realizó el día 01/04/2020. Posteriormente se realizó un aporte del N restante en dos coberteras: el día 07/05/2020 con nitrosulfato (26% N y 28% de S2O4) y en la segunda cobertera con un NAC 27% el día (04/06/2020). En el caso de la segunda cobertera se ajustaron estas unidades de nitrógeno pendientes en función del índice NDRE del día 31/05/2020. Este índice nos permite obtener una imagen del contenido en clorofila de la planta y poder realizar un mejor ajuste de la distribución del nitrógeno (Paso 7).
La evolución del cultivo fue la correcta, como se fue siguiendo a través de los mapas de vigor del cultivo a través de seguimiento satelital en la plataforma Campo360.
El día 14/11/2020 se comenzó a recolectar la remolacha y se realizó un muestreo sobre las zonas que han tenido diferentes aportes de fertilizante. Se tomaron 10 remolachas, que se pesaron y con un refractómetro se midió el grado Brix (contenido en azúcar), también se tomó muestra de remolacha para la determinación en laboratorio del contenido en materia seca, nitrógeno y carbono. Estos datos fueron contrastados en términos de producción con los obtenidos por el agricultor en la recepción de la remolacha en la cooperativa ACOR, para poder obtener el mapa de rendimiento real.
La producción total recibida en la industria fue de 1.601.573 Kg, que supuso un rendimiento medio de 120.292 Kg/Ha en 8,8 ha. de cultivo.
Si comparamos el coste de fertilización tradicional (Escenario01) que se realizaba sin atender a la heterogeneidad del suelo, donde se aplicaban 180/140/140 unidades de N/P/K, frente al coste de fertilización variable (Escenario02), observamos que el empleo de las tecnologías de la fertilización variable y la agronomía han supuesto (Figura 1):
─ Que las necesidades medias que se han aplicado en la parcela han sido de 167/113/169 unidades de N/P/K es decir un 7% menos de N, un 19% menos de P y un 21% más de K.
─ Que la diferencia entre necesidades de N/P/K en términos de coste de fertilización, ha supuesto un ahorro de 544 euros para estas 8,8 ha, es decir, de 62€/ha.
También en la Figura 1 se muestra como, en términos generales, el rendimiento esperado (el utilizado para el cálculo de la fertilización) y el real (el obtenido con los muestreos y la cantidad de remolacha recogida) son similares, salvo en la zona UF9 (un 31% superior) y en la UF5 (un 24% inferior).
En el caso de la UF9 se muestra que aun siendo el segundo menor coste de fertilización hemos obtenido el rendimiento mayor, lo que ha permitido alcanzar el beneficio mayor.
Analizando los datos de aplicación de N, P, K aplicados en cada UF frente a los valores de productividad obtenidos observamos (Tabla 1):
─ Como el aporte K tiene una alta correlación con el resultado del grado Brix (contenido en azúcar), materia seca y contenido en carbono. Es decir, a más aporte de K, mayor respuesta en estos parámetros. Cierto es que cuanto más contenido en azúcar (grados Brix), más contenido en materia seca y carbono en planta.
─ Como la reducción media en un 7% de nitrógeno en la fertilización no ha supuesto ninguna pérdida en la productividad. El nitrógeno muestra una relación negativa en el contenido de materia seca. Es decir, cuanto más nitrógeno menos materia seca, por tanto, menos azúcar.
─ Aunque se haya reducido en un 19% el aporte medio de fósforo, este no ha supuesto una pérdida de productividad. Aunque se ha visto que el aporte de P incrementa el contenido en materia seca.
Tabla 1. Peso de raiz + hojas, grados brix, materia seca, carbono y nitrógeno en raíz.
Medias LSD (P_valor<0.05)
En términos medio ambientales, esta reducción de fertilizante ha supuesto evitar emitir a la atmosfera 95 Kg de CO2 equivalente por hectárea, que supone un 7,8% menos de emisiones de gases de efecto invernadero respecto a la fertilización tradicional. Por otro lado, derivado de los análisis realizados, hemos cuantificado que se han capturado 46,79 toneladas de carbono por hectárea en el cultivo.
El uso de herramientas de agricultura de precisión como el mapeo de suelo, teledetección satelital, junto con análisis de suelos e interpretación agronómica permite realizar prescripciones de fertilizante más ajustadas a lo que el cultivo necesita, gestionando la heterogeneidad del suelo, optimizando así el coste de fertilización y reduciendo la huella de carbono del cultivo. De forma orientativa, la contratación de este servicio de agricultura de precisión para 5 años tiene un precio desde 18 euros/ha y año a partir de 50 hectáreas, coste que es compensado suficientemente por la mejora de la rentabilidad de la remolacha y de los demás cultivos sobre los que hoy en día se ha realizado similar análisis: cereal, colza, maíz, adormidera y patata.